martes, 11 de diciembre de 2018

Nacimiento de Soto 2018


SE BUSCA

Las mujeres de Soto vuelven a dedicar su tiempo y su buen hacer a preparar un nacimiento todavía  mas grande que el de la pasada navidad, donde conviven pacíficamente figuras y construcciones pequeñas con otras de mayor tamaño.  Este año contamos con unas cuantas construcciones nuevas: las escaleras de la Escuela con su pequeño jardín delantero y la Casa Brígida, y estrenamos  tres personajes:, una vaca, con su piquetina al cuello, que por la pinta no dejará de ser de Raúl o Adolfo; un pastor de barba roxia con un cesto de manzanas como ofrenda  al Niño y una matuvieya, de esas que nadie quiere escuchar cerca de su casa pero que están tan integradas en las noches de Soto que son,  junto con el agua del rio, el sonido que adorna el silencio nocturno del pueblo.  Pero lo que nos trae de cabeza es que en “la operación desembalaje” perdimos al lobo, para regocijo de cabras y ovejas. No sé si se nos echarán los ecologistas encima o los del Parque o ambos, y es que el lobo siempre dio  mucho de qué hablar, aún se oye el eco de sus historias contadas por Severino mientras Leoncia las escucha desde el banco de su casa, dentro de poco verán pasar  a Paco Velasco y los tres emprenderán el camino hacia las estrellas. Mientras tanto los demás seguiremos recordándolos y buscando al lobo.

domingo, 2 de diciembre de 2018

In Memoriam



El pasado martes, 27 de noviembre nos dejó el que fue Tesorero de esta Asociación, desde casi sus comienzos hasta enero de 2006, Paco Velasco. Su entusiasmo, su sentido positivo de la vida, su espíritu participativo y su generosidad le hacían una persona especial. Nos quedamos con su recuerdo y su ejemplo prendido en nuestros corazones. D.E.P.

viernes, 8 de junio de 2018

La Escuela

Nuestra Escuela tendrá presencia en la Antología del XII Premio Orola que se publicará en Otoño de 2018 a través de este relato, escrito por nuestra Secretaria, Esperanza Temprano.

La Escuela de Soto


Dicen que la noche de San Lorenzo, las estrellas fugaces tocan las siluetas de los picos con su luz y, como si de una varita mágica se tratara, convierten a Soto de Sajambre en un lugar de cuento, donde los sueños, a fuerza de perseguirlos, se hacen realidad, como el de Félix de Martino. Allá por el año 1888 embarcó rumbo a México, dejando atrás las penurias de un pueblo a medio camino de ninguna parte, un paraíso escondido entre montañas y duendes, el refugio cuasi perfecto de los dioses si no fuera porque ellos mismos olvidaron donde estaba. Atrás quedaron las pobres mujeres lavando a la orilla del rio, sorteando el frio y la nieve y un montón de “rapazucos” como él, sedientos de futuro y pobres de presente. La fortuna le sonrió y quiso compartir esa sonrisa con sus paisanos construyendo una nueva carretera, un lavadero, una fábrica de luz, y lo más importante, una Escuela, la mejor de la provincia, a la que dotó de los más selectos materiales didácticos de la época con los que pocas escuelas en España contaban. Al frente, un maestro, elegido de entre los mejores de la Normal de León, que abrió la puerta del saber y del conocimiento a los niños de esta escuela que se inauguró en 1907, donde aprendieron a ser dueños de su propio destino en una tierra de extraordinaria belleza para los ojos y gran dureza para vivirla. Después vino la guerra y la muerte prematura del mecenas, y el sueño se fue apagando como una estrella fugaz que hizo brillar a un pueblo y a sus gentes para terminar desapareciendo entre estas cumbres. Al menos, aún hoy, perdura su estela.